Este sistema permite almacenar el dinero directamente en los dispositivos de los usuarios, tales como smartphones, tarjetas u otros compatibles aprovechando sus elementos de seguridad. Al liquidarse localmente los pagos entre dispositivos, el resultado es una privacidad related al efectivo, ya que los bancos, los proveedores de servicios de pago o los bancos centrales no registran ningún detalle de las transacciones.
El desarrollo incluye el diseño, la definición y la implementación del componente, así como su integración en la arquitectura international del euro digital.
De esta manera, el BCE da un paso adelante para hacer realidad la posibilidad de pagar sin conexión y sin la intervención de terceros, una característica clave del euro digital que garantizaría la privacidad y la resiliencia, de la misma manera que el efectivo. De hecho, ya la definió desde el inicio como un criterio esencial para la privacidad de los datos y la resiliencia, para garantizar así experiencias de pago incluso en entornos sin conexión a web o sin suministro eléctrico.